Fecha de construcción: Mayo, viernes 20 - sábado 21, 2022
INFORMACIÓN DE LA FAMILIA:
Padre: Eduardo
Edad: 31 años
Profesión: Barbería
Salario semanal: 150 USD
Madre: Beatriz
Edad: 28 años
Profesión: ama de casa
NIÑOS
Nombre: Mylee - Edad: 10 años.
Nombre: Valerie - Edad: 7 años.
Nombre: Emely - Edad: 2 años.
TIJUANA: 2 años
Carta de la familia:
Me llamo Beatriz y mi marido se llama Eduardo. Nuestra familia tiene tres hermosas hijas y otra en camino (que nacerá cualquier día). Mi hija mayor se llama Mylee, luego Valerie, después Emely, y nuestro futuro bebé se llama Elizabeth. En este momento, nuestra familia está empezando de nuevo desde cero. Hace un año nos mudamos a Baja California cuando mi esposo fue deportado de los Estados Unidos, él vivió ahí por mucho tiempo. Esta nueva forma de vivir no ha sido fácil para ninguno de nosotros. Tenemos fe en que nuestro sacrificio de permanecer juntos como familia en todo lo bueno y lo malo es la mejor decisión porque estamos luchando juntos. Nuestro mayor deseo es darle a nuestras hijas una vida mejor pero eso ha sido muy difícil porque ganamos muy poco dinero. Sabemos que Dios no nos dejará. Donde vivimos actualmente es una casa muy pequeña y humilde, cuando hace mal tiempo, hemos tenido que buscar un mejor refugio de protección. Es triste para nosotros ver cómo hemos fallado a nuestras hijas, pero saber que al menos estamos juntos añade dulzura a mi alma. Para bañarnos, pedimos permiso para usar la casa del padrastro de mi marido. No tenemos mucho porque sabemos que podríamos perderlo todo si llueve o si hay vientos fuertes. Incluso en los días más duros, mi marido siempre se levanta para ir a buscar trabajo. Yo soy una madre que se queda en casa, asegurándose de que mis hijas tengan lo que necesitan y lleguen a la escuela. Dormimos todos juntos en el mismo colchón, no tenemos cocina y comemos día a día sin tener dónde guardar los alimentos. Cuando nos enteramos de la existencia de Casas de Esperanza, una inmensa alegría llenó nuestros corazones. Todavía tenemos esperanza e incluso nuestras hijas le piden a Dios todos los días un hogar. Gracias por tomarse el tiempo de escuchar nuestra historia. Les enviamos bendiciones de parte de nuestra familia.