Fecha de construcción: Martes 2 - Miércoles 3 de abril de 2024

INFORMACIÓN DE LA FAMILIA:

PADRE: Ramon

Edad: 40 años

Trabajo: Tienda al por menor

Salario semanal: 237 US

MADRE: Araceli

Edad: 41 años

Trabajo: Ama de casa

NIÑOS

Monserrat - 22 años

Eduardo - 20 años

Leonardo- 14 años

Joshua- 11 años

Carta de la familia:

Mi nombre es Araceli Medina Alvarado, y mi esposo es Ramón Alberto Viveros Hernández. Nos casamos a los 18 y 17 años, y ahora, después de 22 años de matrimonio, hemos sido bendecidos con cuatro hijos maravillosos: Monserrat (22), Everardo (20), Leonardo (14) y Josué (11), quien toma medicamentos para la epilepsia desde los 4 años. Somos originarios de Nextlalpan, municipio del Estado de México, donde hay escaso empleo y mucha necesidad.

Hace cuatro años, cuando nuestra hija tenía 18 y nuestro hijo 16, nos enfrentamos a dificultades económicas y ya no podíamos costear su educación. Tomamos la difícil decisión de mudarnos en busca de mejores oportunidades. Por desgracia, debido a malas decisiones y a una confianza equivocada, perdimos nuestra casa y tuvimos que vivir con mis padres. A pesar del duro trabajo de mi marido, la situación seguía siendo difícil.

Hace dos años, nuestros hijos mayores, que ahora tienen 20 y 18 años, decidieron traernos a vivir con ellos, ya que tanto mi padre como mi marido enfermaron de COVID-19. Mi padre falleció, pero, por la gracia de Dios, mi marido se recuperó. Mi padre falleció, pero por la gracia de Dios, mi marido se recuperó. Con gran esfuerzo, nos trajeron aquí a nosotros y a nuestros hijos menores.

Nueve días después de la muerte de mi padre, llegamos, con la esperanza de una vida mejor. Al principio dudé de nuestra decisión, pero ahora creo que no fue mera casualidad lo que nos trajo aquí. Hemos encontrado consuelo en nuestra comunidad eclesiástica, siendo testigos de su amor y apoyo.

Pido a Dios un hogar. Aunque actualmente tenemos un refugio, las dos habitaciones que construyó mi marido no son resistentes, ya que una pared se derrumba parcialmente. Me preocupa la seguridad de mis hijos, sobre todo en época de lluvias, cuando entra agua. Si estuviéramos solos mi marido y yo, podríamos aguantar, pero temo por mis hijos.

Pido a Dios de todo corazón un hogar. Sin embargo, también pido que si hay una familia más necesitada, reciba ayuda. Sólo pido que mi familia no pierda la esperanza, y rezo para que mi marido pueda completar los pagos del terreno.

Gracias por vuestro trabajo. El mero hecho de ponernos en contacto con ustedes nos infunde la esperanza de una vida mejor y un hogar lleno de esperanza para mis hijos.

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