Fecha de construcción: Domingo 28 - Lunes 29 de diciembre de 2025

INFORMACIÓN SOBRE LA FAMILIA

MADRE: Yareli

Edad: 31 años

Puesto: Ventas

Salario semanal: 108 US

PADRE: Dario

Edad: 36 años

Trabajo: Albañil

Salario semanal: 270 USD

NIÑOS:

Nathan - 12 años

Itzia - 3 años

CARTA DE LA FAMILIA:

Estimado equipo de Casas de Esperanza , Hace cuatro años llegamos a Rosarito después de que mi pareja encontró trabajo ahí. Al principio rentábamos un lugar, pero con el tiempo decidimos buscar un terreno. Con mucho esfuerzo, logramos comprar uno, y lo tenemos desde hace un año y medio. Sin embargo, hace aproximadamente un año y medio, nuestras vidas cambiaron por completo. Mi hijo empezó a ponerse enfermo: vomitaba, tenía dolores de cabeza y más tarde empezó a tener convulsiones. Le hicimos varias pruebas, incluso fuera del hospital, para descartar una infección en el cerebro. Un TAC reveló que tenía un tumor cerebral. En octubre nos derivaron a San Diego, donde nos dijeron que era maligno -un glioma difuso de alto grado, estadio IV- y que no se podía operar. Desde entonces, todo ha cambiado. Mi hijo ya no es el niño alegre y juguetón que era antes, y yo ya no soy la madre despreocupada que solía ser. Fuimos a Mexicali, donde recibió quimioterapia. Durante ese tiempo, no podía caminar; tenía que cargarlo, bañarlo, cambiarlo, alimentarlo y cuidarlo como a un bebé. Empezó a olvidar cosas y le costaba hablar con claridad. Mientras tanto, mi hija se quedaba en Rosarito con su padre y los gastos se acumulaban: alquiler, medicinas y otros gastos. Al final nos mudamos con mi cuñada para pagar sólo la mitad del alquiler y los servicios. Por eso pedimos su apoyo para ayudarnos a tener nuestro propio espacio, donde mi hijo pueda descansar y recibir sus tratamientos en un ambiente limpio y tranquilo. Sería una enorme bendición, ya que también necesitamos comprar medicamentos que el hospital ya no suministra. De momento, vendo productos de Jafra por catálogo. En mayo le hicieron otro TAC a mi hijo y, por desgracia, el tumor sigue creciendo. Aun así, tenemos fe en que se curará. Sigo rezando a Dios para que me dé fuerzas para seguir adelante, ya que no ha sido fácil. Nathan quiere seguir estudiando; si es posible, empezará pronto la escuela secundaria. Tener nuestra propia casa significaría mucho para nosotros, ya que el transporte pasa cerca y él podría asistir a la escuela más fácilmente. Os mando un fuerte abrazo desde la distancia.

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