Fecha de construcción: Viernes 20 - Sábado 21 de septiembre de 2024
INFORMACIÓN DE LA FAMILIA:
MADRE: Mariana
Edad: 32 años
Trabajo: fábrica
Salario semanal: 150 US
PADRE: Toribio
Edad: 33 años de edad
Trabajo: fábrica
Salario semanal: 130 US
NIÑOS
Brian - 13 años
Maria - 7 años
Randi - 3 años
Carta de la familia:
¡¡Hola!! Somos una familia del sur de México. Conoci a mi esposa cuando yo tenia 17 y ella 16 años. Empezamos a vivir juntos cuando yo tenía 19 y ella 18 años. No teniamos un lugar propio asi que vivimos con su mama por un tiempo. Tuvimos algunos desacuerdos con la familia de mi mujer, así que nos fuimos y volvimos a empezar de cero viviendo en una casita de madera que pertenecía a una de las hermanas de mi mujer. Literalmente no teníamos nada. En aquella época yo trabajaba en el campo y a veces mi mujer también venía a ayudarme. Cosechábamos tomates y plantábamos maíz y arroz cuando era la temporada para ello. Pronto mi mujer se quedó embarazada de nuestro primer hijo y, como no había suficientes oportunidades de trabajo en nuestro pueblo, me fui en busca del sueño americano para poder dar un hogar adecuado a mi mujer y a mi hijo. Me fui cuando mi mujer estaba embarazada de 7 meses y le pedí a mi madre que cuidara de ella mientras yo estaba fuera. Intenté cruzar la frontera pero no lo conseguí, así que volví y pronto mi mujer tuvo a nuestro bebé. Después de tener a nuestro bebé en brazos, renuncié al sueño americano y nunca más intenté marcharme. Seguí trabajando en los campos cosechando caña de azúcar y mango, durante la temporada. Algunas temporadas no había trabajo y era duro para nosotros, pero Dios siempre nos ayudaba dándonos fuerzas para cada día. Cuando nuestro hijo cumplió 5 años decidimos tener otro y mi mujer dio a luz a una preciosa niña a la que llamamos María Fernanda. El dinero era escaso en ese momento porque nuestra primogénita empezaba a ir a la escuela y encima teníamos que comprar pañales y leche y todo lo que la bebé necesitaba. Nuestra situación era muy desesperada y me enteré por un amigo que en Tijuana había muchas oportunidades de trabajo y los sueldos eran mejores que trabajar en el campo, así que me fui solo y luego encontré la manera de traer a mi esposa y a mis hijos para que estuvieran conmigo. Empezamos otra vez de cero. Pasaron los años y los dos niños ya estaban matriculados en la escuela, así que ahora teníamos más gastos y mi mujer empezó a trabajar también. Entonces mi mujer se quedó embarazada de nuestro tercer hijo durante la pandemia y a causa de la pandemia perdió su trabajo. Yo pude conservar mi trabajo, gracias a Dios.
Nuestra familia crecía y nuestro hijo mayor quería su propio espacio. Apenas cabíamos en la habitación en la que estábamos. El casero no tardó en pedirnos que nos fuéramos y tuvimos que buscar otro lugar, era aún más pequeño que el primero. Las paredes y el tejado estaban en mal estado y en época de lluvias había goteras por todas partes. La habitación se volvía muy fría y húmeda y nuestra hija pequeña empezó a ponerse enferma por ello, y luego nuestro hijo también, así que decidimos que era hora de comprar un terreno para dejar de pagar alquiler. Pedimos un préstamo para dar el enganche y hacer una pequeña habitación y nos fuimos a vivir a nuestra propia tierra. Durante la temporada de lluvias, esta habitación también tenía goteras y se volvía muy húmeda y fría; nuestro suelo seguía siendo de tierra, por lo que se embarraba mucho por dentro. Mi mujer pidió otro préstamo para hacer un suelo de cemento para que los niños no enfermaran. Más tarde, la hermana de mi mujer también vino a vivir con nosotros, así que estábamos aún más apretados. Intentamos echarles una mano, pero nuestro espacio es muy reducido.
A nuestros hijos les encantaría tener más espacio e intimidad, nos piden más pero no importa lo mucho que trabajemos, no lo conseguimos. Hacemos lo que podemos pero no podemos. Un vecino nos habló de Casas de Esperanza y por eso estamos aquí pidiendo vuestra ayuda. Nos esforzamos mucho por dar a nuestros hijos lo mejor que tenemos y ellos anhelan tener un hogar mejor. Pronto nuestro pequeño empezará a ir al colegio también y nuestros gastos serán aún mayores. Con la ayuda de Dios esperamos poder recibir este hogar. Ponemos todo en las manos de Dios y rezamos para que se haga su voluntad. Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer nuestra historia.